14 enero 2013

ULTIMA RATIO REGUM




Menos mal que la guerra es algo tan terrible, de lo contrario acabaríamos aficionándonos a ella.



Hoy rotulo de este modo mi artículo haciendo referencia  a la leyenda que se grababa en los cañones europeos del siglo XVII y XVIII. Parece que la popularizaron los ejércitos de Luis XIV de Francia y que luego fue adaptada por las artillerías de otros paises, entre ellos el nuestro. El último argumento (razonamiento) de los reyes. Hace referencia al papel de la guerra como herramienta de resolución de conflictos mas allá de la política.  Y qué mejor lugar para estampar tan rotunda advertencia que en el arma mas poderosa de la época.

La guerra.

Esa monstruosidad inventada por el Homo sapiens, ha estado tan ligada a la evolución de la civilización que muchos historiadores mantienen que la historia de la humanidad no es más que la historia de sus guerras. Es quizá una afirmación exagerada pero puede orientarnos hacia el protagonismo de una actividad intrínsecamente humana que, a lomos de su apocalíptica montura, nos ha acompañado durante siglos como un incómodo compañero de viaje.
"Con una guerra vivida ya tengo bastante", Thomas Jefferson

Como a nadie le quedan ganas de contemplar otra guerra después de haber visto una, el estudio de la guerra y el pensamiento militar han quedado limitados a los profesionales del ramo y a veces, casi ni a eso. Como de un tabú compartido, todo aquello calificado de militar ha sufrido con el paso de los siglos un deterioro ante la imagen pública al mismo ritmo que los largos y bienvenidos periodos de paz se afianzaban en occidente. Especialmente en España, donde el péndulo funciona de maravilla, su joven democracia aún no se ha desprendido de los lastres y estereotipos gestados en su siglo XX. 

Tomando una vez más al tocino por velocidad, el mundo confunde el pacifismo con la repulsión a la historia de los ejércitos (cuando no a su existencia misma), a sus innovaciones y a todos aquellos beneficios que su estudio nos puede aportar. Sin embargo, no podemos escapar de nosotros mismos. Mucho mas de lo que pensamos y percibimos, la identidad militar impregna nuestra sociedad y vida cotidianas.

Representación original de la diosa Niké.

La estrategia y la táctica militares conviven más o menos conscientemente en las manifestaciones deportivas actuales, que constituyen una práctica incruenta de las habilidades guerreras de las que son herederas. Los deportes, bastante en los individuales (tiro, esgrima, arco, caza…) pero mucho mas en los de equipo, rediseñan y adaptan los ancestrales conceptos de enfrentamientos entre grupos tribales o ejércitos. En tan alto grado, que la terminología deportiva no disimula su procedencia evolutiva de los ejercicios militares, incorporando términos y conceptos como táctica, ataque, defensa, disparo, etc. Las vanguardias del coaching deportivo de élite, con técnicas custodiadas como secretos de estado, están recuperando a marchas forzadas conceptos olvidados del culto de Ares-Marte. Y hablando de dioses, la griega Niké (Νίκη), Victoria para los romanos, que presidía las competiciones atléticas y militares, inspiró el nombre de una conocida marca de ropa deportiva, que representó en su logo un ala de la diosa.

En el aspecto de las simulaciones, nombraremos desde luego al ajedrez que, como representación simulada del enfrentamiento de dos ejércitos, se ha demostrado que otorga efectos beneficiosos al desarrollo intelectual y a la agilidad mental. La tecnología actual ha permitido el desarrollo de softwares de simulación bélica y juegos de estrategia que inundan el mercado con productos para videoconsolas u ordenadores, para diversión de jóvenes y adultos.

Pero estoy convencido de que son la dirección de empresas y la conformación del liderazgo directivo, las facetas a las que más pueden contribuir el estudio de la historia y conocimientos militares. Como en el análisis de todo sistema complejo, su desmembración en segmentos objeto de estudio nos permite, con la distancia de la historia, aislar aquellos componentes que son de suprema utilidad en la dirección.

Albert Einstein y su relatividad,  un pacifista que
firmó a favor de la creación del arma atómica.

La historia militar está plagada de líderes a los que con gusto seguiríamos en Twitter si posible fuera y no me refiero al estereotipo de militares acuñado durante los totalitarismos europeos del siglo XX sobre los que Einstein escribiría que han logrado cerebro por error: les es suficiente con la médula espinal. Afortunadamente, las teorías de la dirección de empresas no se guiaron por esta visión, a juzgar por la incorporación de conceptos y términos como objetivo, planificación, estrategia, aprovisionamientos, reclutamiento, barreras de entrada… Parece que la sabiduría militar se coló en el management, callada y disimuladamente, proporcionando a la dirección de empresas algunos conocimientos que muchos ahora gestionan de manera inconsciente.

Julio César apoýó su liderazgo
en la comunicación

No obstante, hoy por hoy son muy pocos los profesionales, empresas y organizaciones  que apuestan por este tipo de formación. Las razones van desde los tabús compartidos sobre todo rerum militari hasta el desconocimiento de su potencial enriquecedor, pasando por supuesto por los errores cometidos por los versionadores de la escasa literatura original disponible en castellano. Sirva como muestra un ejemplo. En una de mis ediciones de El arte de la guerra, uno de los poquísimos manuscritos militares que circulan en el ámbito directivo, el versionador de turno me explica,

No es, por tanto, un libro sobre la guerra: es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución.


Los ejércitos de Suz Tzu serían muy parecidos
a estos famosos guerreros de Xian.

Genial para vender el libro a los profesionales de empresa pero… ¡Por el amor de Dios, por supuesto que es un libro sobre la guerra! Sun Tzu no dirigía ningún departamento financiero ni resolvía sus conflictos negociando en la sala de juntas. Era un erudito soldado, dirigía ejércitos que hacían pupita y escribió un libro sobre estrategia y táctica militares. Nada sino eso y nada fuera de eso. En la comprensión de esta palmaria realidad está la clave del traslado de su sabiduría al ámbito del liderazgo y el management.

Las ventajas de seguir la historia militar son innumerables. Contar con una formación en historia militar aplicada a la dirección aportará un factor más de diferenciación en el camino del liderazgo. Convertirnos en observadores científicos de los mejores conductores de personas, tener el privilegio de poder aprender de sus errores, aislar las técnicas y los métodos de unos sucesos que por suerte no nos tocó vivir y poder aprovechar las conclusiones de este proceso de abstracción para nuestra formación como líderes, supone la apasionante oportunidad de explotar un interminable filón de conocimientos.

Por cierto, el personaje histórico que pronunció la políticamente incorrecta frase que encabeza este artículo, utilizó sus años de retiro como profesor de negocios en el Washington College (en la actualidad Washington & Lee University) en Lexington, Virginia (hoy en Kentucky), Estados Unidos. 

Que tengan buena semana.



Menos mal que la guerra es algo tan terrible, de lo contrario acabaríamos aficionándonos a ella.
Robert Edward Lee, militar norteamericano (1807-1870)




1 comentario:

  1. Estimado Francisco:
    Magnífico artículo. Si escribes mejor que yo... Qué callado te lo tenías.
    En mi opinión, cualquier conocimiento puede llegar a completar la formación para el liderazgo y la empresa, incluido los saberes de la guerra. Hace tiempo que leí algunas cosas que tardarán años en incorporarse a la filosofía empresarial como el verdadero papel del empleado y el líder. El jefe acompaña y encauza las aportaciones del empleado, no impone sus criterios por el hecho de serlo, errados o no. De este modo, el empleado podrá dar lo mejor de si mismo con la máxima vinculación al proyecto. Todo ello se traduce en mejores resultados, mayores beneficios, conciliación de la vida familiar, libertad de horarios, etcétera. En términos generales y salvo honrosas excepciones, hoy no interesa el empleado independiente, con criterio y capacidad de exponer los riesgos de la puesta en marcha de las directrices superiores, sino aquellos que dicen que sí a todo para medrar y subir en el escalafón, aplicando hasta la inmoralidad la obediencia debida. Curiosamente, y vuelvo a tu artículo, los que hemos intentado adelantarnos en el tiempo y hacer aportaciones nos hemos visto involucrados en cruentas y desiguales guerras sin sentido. Creo que tú y yo sabemos algo de eso.
    Un abrazo
    Fernando Lumbreras
    http://www.youtube.com/watch?v=5_WkxChXa1w
    www.azulpoesia.com

    ResponderEliminar